UNA PANDEMIA LETAL
Un día normal de marzo…Salimos del colegio, finalizábamos una semana más de clase. Algunas tomaron sus servicios de ruta para llegar a casa y otras caminábamos con amigas y compañeras compartiendo actividades, momentos y diálogos de lo que nos dejaba la semana; otras por su parte, esperaban a sus padres quienes las recogen en la puerta del colegio. Nunca pensamos que ese viernes sería el fin de una vida normal y el comienzo de una nueva época.
El domingo de repente, mientras organizamos nuestros uniformes, tareas y compromisos de inicio de semana escolar, escuchamos en la radio o en la televisión que no habría clases por un tiempo… no sospechamos cuánto significaría ese tiempo de pausa, si un día, una semana, un mes, un año. Lo que sí es cierto fue la alegría inicial que la noticia generó en nosotras, ya que tendríamos un descanso adicional y, por ende, no preocuparnos por las tareas y evaluaciones que nos habían asignado.
Tiempo después, nos enteramos de la existencia del virus llamado COVID-19 y su respectiva llegada a nuestro país, así como su propagación, por esto tendríamos que quedarnos en casa ante la gran posibilidad de contagio del virus sin soportes de inmunidad que proteja nuestra vida y salud.
Muchas de nosotras nos documentamos sobre la información existente de este virus, sobre cómo se creó, cuáles sus síntomas, efectos devastadores, entre otros aspectos. Esta situación causó incertidumbre, preocupación, miedo y por ello en nuestras familias vivimos tiempos complejos en los que no sabíamos cómo protegernos, qué medidas tomar ante el riesgo y las posibles consecuencias. Nuestros hogares asumieron cargas adicionales a las que se enfrentan diariamente: económicas, emocionales, educativas y sociales. Un asunto a lo cual ninguno de nosotros estábamos preparados.
Un tiempo después, experimentamos la educación en casa en modalidad remota y virtual. Para algunas de nosotras fue fácil, para otras muy difícil, pero al final todas nos tuvimos que adaptar a este nuevo cambio del que creo nos quedan múltiples enseñanzas sobre la responsabilidad y el valor del aprendizaje autónomo.
Por otro lado, tuvimos que acostumbrarnos a usar cubre bocas dentro y fuera de casa, adquirir en nuestras compras mensuales el respectivo alcohol glicerinado y gel antibacterial, mantenernos a la distancia suficiente entre unos y otros asumiendo la rutina del autocuidado que nos acompañará por muchísimo tiempo. Como todo proceso de aprendizaje, algunas personas acogieron y respetaron las medidas de prevención, pero otras no, lo que implicó la pérdida de familiares, amigos y personas cercanas a nuestros hogares.
Estuvimos más de un año en nuestras casas, algunas vivimos y superamos la enfermedad, otras sin embargo viven el duelo por la ausencia de quienes partieron a la eternidad a causa del virus. De igual manera, durante este tiempo vivimos momentos importantes en los que reconocimos el valor de la unión familiar, la resiliencia, la adquisición de nuevos hábitos y aprendimos diversas tareas, entre ellas a tejer, a editar videos y archivos PDF, nuevos idiomas, coreografías y bailes, aprendimos a interpretar instrumentos musicales y más… tal vez nos llegó un nuevo integrante a la familia…un gatito, un perrito, un pajarito, un hámster, un pez, etc.… Pero lo mejor de todo es que las cosas han cambiado y la vacuna ya llegó a Colombia como esperanza para que por fin termine esta Pandemia Letal.
Paula Nicol González Maldonado
805
El domingo de repente, mientras organizamos nuestros uniformes, tareas y compromisos de inicio de semana escolar, escuchamos en la radio o en la televisión que no habría clases por un tiempo… no sospechamos cuánto significaría ese tiempo de pausa, si un día, una semana, un mes, un año. Lo que sí es cierto fue la alegría inicial que la noticia generó en nosotras, ya que tendríamos un descanso adicional y, por ende, no preocuparnos por las tareas y evaluaciones que nos habían asignado.
Tiempo después, nos enteramos de la existencia del virus llamado COVID-19 y su respectiva llegada a nuestro país, así como su propagación, por esto tendríamos que quedarnos en casa ante la gran posibilidad de contagio del virus sin soportes de inmunidad que proteja nuestra vida y salud.
Muchas de nosotras nos documentamos sobre la información existente de este virus, sobre cómo se creó, cuáles sus síntomas, efectos devastadores, entre otros aspectos. Esta situación causó incertidumbre, preocupación, miedo y por ello en nuestras familias vivimos tiempos complejos en los que no sabíamos cómo protegernos, qué medidas tomar ante el riesgo y las posibles consecuencias. Nuestros hogares asumieron cargas adicionales a las que se enfrentan diariamente: económicas, emocionales, educativas y sociales. Un asunto a lo cual ninguno de nosotros estábamos preparados.
Un tiempo después, experimentamos la educación en casa en modalidad remota y virtual. Para algunas de nosotras fue fácil, para otras muy difícil, pero al final todas nos tuvimos que adaptar a este nuevo cambio del que creo nos quedan múltiples enseñanzas sobre la responsabilidad y el valor del aprendizaje autónomo.
Por otro lado, tuvimos que acostumbrarnos a usar cubre bocas dentro y fuera de casa, adquirir en nuestras compras mensuales el respectivo alcohol glicerinado y gel antibacterial, mantenernos a la distancia suficiente entre unos y otros asumiendo la rutina del autocuidado que nos acompañará por muchísimo tiempo. Como todo proceso de aprendizaje, algunas personas acogieron y respetaron las medidas de prevención, pero otras no, lo que implicó la pérdida de familiares, amigos y personas cercanas a nuestros hogares.
Estuvimos más de un año en nuestras casas, algunas vivimos y superamos la enfermedad, otras sin embargo viven el duelo por la ausencia de quienes partieron a la eternidad a causa del virus. De igual manera, durante este tiempo vivimos momentos importantes en los que reconocimos el valor de la unión familiar, la resiliencia, la adquisición de nuevos hábitos y aprendimos diversas tareas, entre ellas a tejer, a editar videos y archivos PDF, nuevos idiomas, coreografías y bailes, aprendimos a interpretar instrumentos musicales y más… tal vez nos llegó un nuevo integrante a la familia…un gatito, un perrito, un pajarito, un hámster, un pez, etc.… Pero lo mejor de todo es que las cosas han cambiado y la vacuna ya llegó a Colombia como esperanza para que por fin termine esta Pandemia Letal.
Paula Nicol González Maldonado
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